Una hora menos en Londres

Y plaf, llega el temido y triste Otoño. O no. Sigo contando los días para verte, sigo temblando cada vez que piso el metro sabiendo que no queda nada para hacerlo y al bajar del frío tren llegue el calor de tus abrazos, creo que Madrid es mucho más bonito cogido de tu mano deseando llegar a un semáforo en rojo solo para tener una excusa más para darte un beso, sigo poniendo de los nervios cada vez que pienso en lo poco que queda, y qué eterno se puede hacer, ya te echo de menos y aún ni has venido, no quiero ni imaginar cuándo te vayas, qué inseguridad, me tiemblan hasta las piernas, no sé que me pasa, dicen que es el Otoño, yo que sé, tengo tantas cosas en la cabeza que cada vez que intento centrarme en algo me viene a la mente esa película que aún no hemos visto, tengo la corazonada de que va a ser una de las mejores películas que he visto, no sé, por tus abrazos y esas cosas que nunca me han gustado de nadie, llegas tú y le das la vuelta a todo.

Sigue rebotando la lluvia en los tejados y yo sigo echándote de menos sin que aún hayas aparecido por aquí, fisicamente, me refiero, porque conmigo te pasas el día, en mi cabeza digo, quiero que recuerdes una cosa, quizás sea una tontería pero si algún día no sabes salir, si no sabes irte de mi casa y de mi cabeza, no te vayas, no te vayas si no te vas a ir del todo.

Ya no sé si ahora, del revés, está todo raro o era antes cuando estaba todo mal, incompleto, sin ti. No sé, que extraño. 

Yo sigo mordiéndome las uñas. Y tu sigues sonriendo haciendo el mundo un poco menos feo.